Hace un par de días se publicó una noticia alarmante: Los niveles de dióxido de carbono (CO2) del mundo son los más altos de los últimos 2,1 millones de años.
Pero, ¿por qué es importante esta noticia?
Primero necesitamos aprender acerca del dióxido de carbono. El ciclo del dióxido de carbono comprende dos grupos.
El primero es un ciclo biológico donde se producen intercambios de carbono entre los seres vivos y la atmósfera. La retención del carbono se produce a través de la fotosíntesis de las plantas, y la emisión a la atmósfera, a través de la respiración animal y vegetal. Este proceso es relativamente corto y puede renovar el carbono de toda la tierra en 20 años.
En segundo lugar está el ciclo biogeoquímico, que es más extenso que el biológico y regula la transferencia entre la atmósfera y los océanos y suelo (litosfera). En algunas ocasiones la materia orgánica queda sepultada sin producirse el contacto entre ésta y el oxígeno lo que evita la descomposición y, a través de la fermentación, provoca la transformación de esta materia en carbón, petróleo y gas natural.
El dióxido de carbono es uno de los gases de efecto invernadero (GEI) que contribuye a que la Tierra tenga una temperatura habitable. Por otro lado, un exceso de dióxido de carbono acentúa el fenómeno conocido como efecto invernadero, reduciendo la emisión de calor al espacio y provocando un mayor calentamiento del planeta.
Primero necesitamos aprender acerca del dióxido de carbono. El ciclo del dióxido de carbono comprende dos grupos.
El primero es un ciclo biológico donde se producen intercambios de carbono entre los seres vivos y la atmósfera. La retención del carbono se produce a través de la fotosíntesis de las plantas, y la emisión a la atmósfera, a través de la respiración animal y vegetal. Este proceso es relativamente corto y puede renovar el carbono de toda la tierra en 20 años.
En segundo lugar está el ciclo biogeoquímico, que es más extenso que el biológico y regula la transferencia entre la atmósfera y los océanos y suelo (litosfera). En algunas ocasiones la materia orgánica queda sepultada sin producirse el contacto entre ésta y el oxígeno lo que evita la descomposición y, a través de la fermentación, provoca la transformación de esta materia en carbón, petróleo y gas natural.
El dióxido de carbono es uno de los gases de efecto invernadero (GEI) que contribuye a que la Tierra tenga una temperatura habitable. Por otro lado, un exceso de dióxido de carbono acentúa el fenómeno conocido como efecto invernadero, reduciendo la emisión de calor al espacio y provocando un mayor calentamiento del planeta.
En los últimos años la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera ha aumentado significativamente. Hemos pasado de unas 280 ppm en la era preindustrial a unas 390 ppm en la actualidad. Las emisiones han aumentado considerablemente con el crecimiento de las ciudades, el aumento de la población humana y el uso de combustibles fósiles como el petróleo o carbón, por ejemplo.
Un detalle de la distribución de las emisiones mundiales puede verse en el siguiente gráfico:
Un detalle de la distribución de las emisiones mundiales puede verse en el siguiente gráfico:
Es inevitable la generación de CO2, todos debemos respirar, muchos debemos utilizar vehículos que consumen combustibles fósiles para transportarnos largas distancias, utilizamos energía generada por fuentes no limpias, etc; pero lo que podemos intentar es equilibrar un poco esta situación modificando algunos de nuestros hábitos.
En este mundo la humanidad está dejando una profunda huella en el medio ambiente y la humanidad misma.
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